.Yo, las once.

lunes, octubre 26, 2009

Recuerdo a Platero con su pelaje blanco; la repisa en la cual se encontraba; el olor a espera de alguien que lo sacara de ahí. La ventana que daba al jardín que regaba siempre con una de mis mallas enterizas y los pies descalzos…
Amaba ese jardín que parecía inmenso; las uvas más oscuras y dulces
que comí en mi vida, que siempre para arrancarlas de la parra tenía que subirme a la mesa del jardín y, aun así, pararme en puntas de pie porque no las alcanzaba.

Recuerdo sus caricias mientras me peinaba y ataba la cinta de Minie que tanto me gustaba; sus finos y enrulados pelos, cortitos y rojizos; peinarla yo, después de ella. Sus vestidos floreados, hasta las rodillas; sus piernas, carentes de tobillos, casi siempre sobre una silla.
Los deditos encimados me causaban gracias, e intentaba, inútilmente, separarlos mientras ella me observaba detrás de sus anteojos redondos.

Recuerdo la última, y, una de las pocas veces que sentí el amor de mi abuelo. Preguntó quién era esa muchachita que estaba a su lado y, cuando le comentaron que era su nieta, dijo: “¡qué hermosa nieta que tengo!” tocándome el brazo y regalándome una sonrisa.

Recuerdo esos momentos y espero jamás olvidarlos. Esa sensación de estar en otro mundo. Donde el reloj no marcaba las horas, sino familiares,
y las doce eran un abuelo y abuela a horas de empezar una hermosa familia.



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Publicado por Euge | en | 1 Comments

1 comentarios:

Espérame en Siberia dijo... @ 28 octubre, 2009 22:39

Pero qué texto tan hermoso.

Te dejo muchos cariñitos :D

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