No necesitaron una cena a la luz de las velas, ni un buen vino. No necesitaron bailar aquella canción que sonaba tan bien, sólo escucharla en silencio. No necesitaron que fuera más tarde o más temprano, conocerse de toda la vida o sólo desde hace un mes. No necesitaron afrodisiaco alguno, ni siquiera un colchón.
Bastó con ver aquel cielo inmenso de nubes pasajeras. Con una caricia a través de sus pechos y la sombra de aquel árbol que se reflejaba sobre ellos. Bastó con estar en el mismo lugar, a la misma hora, y no pensar en el después. Bastó con ser sinceros y desearse el uno al otro.
Los globos de helio que habían colgado de esas T de hierro que no tenían otra función lógica que amarrarlos para que no se volaran, comenzaron a despegar la casa de la tierra y llevarla cada vez más alto, para que las estrellas mironas pudieran observar todo de cerca.
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1 comentarios:
me encantó este, Mapirosa.
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